Para presumir hay que sufrir… ¿O no? Eterna duda. Durante mi reciente escapada a Bilbao visité la exposición «Los años 50. La moda en Francia 1947-1957» y después de contemplar los preciosos diseños de grandes creadores como Dior, Chanel o nuestro admirado Balenciaga, me dí cuenta de que esta es y será siempre una pregunta eterna. Pero también de que la tela, sus motivos y texturas son un material más al servicio de la creatividad y el ingenio con el que los diseñadores de moda crean verdaderas obras de arte.
La muestra – que se podrá ver hasta el 31 de agosto en el Museo de Bellas Artes de Bilbao – propone con más de cien modelos y accesorios un recorrido por la evolución de la figura femenina a lo largo de esta época dorada de la moda parisina. Época que destaca por la elegancia y el lujo de la alta costura y la reivindicación de la democratización de la moda, el germen del prét-a-porter. Mientras este llega, las mujeres de entonces se convierten en las reinas del do it yourself, ya que son capaces de copiar patrones que divulgan las revistas de moda para reproducir los modelos que tanto les gustan.
La moda de los años cincuenta está dominada por diseñadores masculinos, que en su afán por destacar nuestra feminidad, la encorsetan. Pero ahí están diseñadoras como Carven, Grès o mademoiselle Chanel, que regresa con 71 años a la moda, para revelarse contra este dominio de aire retrógrado. Traje de mañana, de tarde, vestido de día, de cóctel, de media tarde… Un sinfín de ocasiones que vestir.
Elegancia frente a comodidad, silueta moldeada y marcada frente a la naturalidad que reclama la juventud que no se identifica con la alta costura. Quizás por comodidad me quedaría con estos últimos, pero mientras paseas entre joyas como éstas, te quedas con las ganas de probarte ESE vestido. El mío es verde, palabra de honor y tiene una tela preciosa (lo habrás visto en la primera foto).
También te diré que inmersa en esta ensoñación llegué al vestuario de campo y de playa y confieso que encontré mi colección. Vestidos de rayas multicolores, faldas acampanadas, colores vivos, bailarinas y conjuntos de playa, todos ponibles y disfrutables, que anuncian la llegada del prêt-à-porter.
Y ya no te desvelo más, porque esta exposición es para verla, pasear entre sus maniquíes y detenerse a observar los detalles de cerca. El Museo de Bellas Artes, no me defraudó, es más, me maravilló. El recorrido a través de las salas del museo sigue una progresión fantástica a través del arte, desde las exposiciones temporales, pasando por la exposición de moda – que se mezcla con obras de la exposición permanente – y la colección de artistas vascos, para terminar en la sala dedicada al Arte Contemporáneo, una maravillosa e inesperada sorpresa. Enorme y luminosa, cierra espectacularmente la visita al Museo. A mí me conmovió.
Gracias a María, responsable de comunicación del Museo de Bellas Artes, por su paciencia y colaboración.
Imágenes cedidas por el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
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amagoia
Me encanta Itzi!
Yo ya he elegido mi vestido!
babyrural
El mío, ¿te gusta? jeje… Es un museo maravilloso, ganas de volver…